miércoles, 18 de abril de 2012

PARA QUE TU PENE NO PENE.

Los calentadores de partes nobles es una pieza tradicional de la ropa europea que fue utilizada históricamente por los croatas para pertrecharse para largos paseos a caballo y que usaban los pastores de los valles. Eran muy populares en la remota región montañosa de Mrkopalj, donde las esposas tejían con amor estos protectores térmicos para ayudar a sus maridos frente a las heladas de la zona.

En aquellos días, no había ropa tan buena contra el frío y la gente no era lo suficientemente rica como para mantener el calor corporal, por lo que la congelación era un problema real; y para evitar daños permanentes en la simiente del hombre estos calentadores entraron en uso.

Las esposas creían que el mantenimiento de las partes íntimas de su hombre calientes les permitiría seguir siendo fértiles, con el consiguiente aumento de sus probabilidades de tener hijos. Un Quid pro quo evolutivo: tú vas caliente y, a la vez, calientas el fuego de mi hogar.

Estos calentadores, tejidos en lana de oveja, es una prenda centenaria que sigue guardada con naftalina en muchos armarios de los croatas, un pueblo muy bien dotados desde hace siglos, a tenor del tamaño del bolsillo. No se sabe exactamente cuándo “se puso de moda”, pero en Croacia dicen que son más viejos que las lápidas de las tumbas.

Se trata sin duda, y a primera vista, de una buena defensa contra el llamado “síndrome de pene pequeño debido al frío” o “gripe del pene”, como se conoce en estos lugares donde reciben mucho frío en invierno. Actualmente muchas chicas croatas piensan que no es más que una tradición divertida; mientras una proporción de hombres, sobre todo en zonas rurales, siguen teniendo temores sobre el efectos negativos que el frío pueda tener en sus miembros.

En un intento por detener algunas de estas preocupaciones un periódico consiguió que los jugadores de un equipo de rugby se midieran el pene después de llevar una de estas prendas a cuerpo descubierto; y descubrieron algo de verdad en este mito reproductor.

Los jugadores de rugby con un pene más pequeño cuando estaba flácido tendían a tener más aumento en el tamaño cuando estaba erecto al llevar estas prendas. Nada concluyente más allá de la chanza editorial, pero que se une al testimonio de otras personas que pueden dar fe de su efectividad.

Entre ellas está la croata Radmila Kus, una costurera que ha revelado que está luchando para hacer frente a la enorme demanda de su más reciente producto, su propia línea de calentadores de pito croatas. Según afirma, tiene un montón de trabajo que le viene de la frontera italiana, de turistas que se los piden con los colores de su bandera para llevarlos a su país como un souvenir o recuerdo de sus vacaciones.

Algunos incluso los piden con cerezas tejidas. Y todos piden la talla XXL, “para satisfacer su ego”, asegura Radmila. Pero ella sólo utiliza el tamaño estimado por las manos de cada uno, medida desde la punta del dedo medio hasta que toca con el final de la palma. Luego los teje en 90 minutos y los tiene listo para calzar.

Su éxito viene de un germen tan extraño como es el grupo de música croata Let 3, una banda de rock muy popular en repúblicas ex-yugoslavas debido a su enfoque original de la música y sus presentaciones en vivo obscenas, donde casi siempre acaban en cueros ante el público.

Hace 10 años los Let 3 le pidieron a Radmila, cuando estaba a punto de abandonar la costura, que les tejiera unos suspensorios de calor de la misma forma que lo hacían antiguamente. Entonces se acordó de su abuela y sus prendas adornaron un disco que fue todo un éxito.

Recientemente Radmila fue invitada a hablar acerca de sus productos en los EE.UU. para promocionar el sector textil de su país, donde pensaba reunirse con la primera dama, Michelle Obama, para hacer una colección especial y regalársela al presidente de la nación, al que tratará de impresionar.

Aunque después de medirle el dedo, igual la impresionada es ella…

martes, 3 de abril de 2012

EL ABSURDO MITO DEL CINTURON DE CASTIDAD


Un cinturón de castidad es un cinturón o braga de hierro, cerrable con llave, que supuestamente se obligaría a usar a algunas mujeres en la Edad Media para evitar las infidelidades o deslices sexuales.
Su efectividad se basaba en el hecho de que, una vez cerrado el candado y retirada la llave, resultaba imposible que un hombre introduzca el pene en la vagina de la mujer dado la presencia de púas en el cinturón al nivel en que ésta se encuentra; por lo que constituye un bloqueo para iniciar el coito.


Graciosa historia cuyo principal objetivo carece de eficacia si tenemos en cuenta que la virtud de la cintura para arriba quedaba indefensa y seriamos muy tontos al pensar que nuestros antecesores carecian de imaginación en cuanto a las formas de pecar. (sexo oral incluido) porque si una mujer engaña a un hombre no hay nada que pueda impedirlo, lo unico eficaz seria no dar motivo y aun asi esto no seria 100 % seguro

Pero de donde sale la leyenda que no es mencionada entre los siglos XIV y XVI ni siquiera por autores de picantes satiras eróticas como fueron Rebelais o Boccacio?

Aparentemente el mito surge en Venecia, como sosten de una leyenda denigratoria sobre Francisco II a quienes los venecianos habian estrangulado en su celda junto a su hijo en 1406. Se decia que éste era un ser sádico, perverso y tirano que le habia puesto un cinturon de castidad a su mujer como instrumento de tortura y de ésta manera justificaban la ejecucion innecesaria

La Europa medieval y cristiana vio muchas barbaridades, pero ésta no fue una de ellas.

Pero sí hubo una época en la que existieron de verdad estos cinturones, aunque más pequeños, refinados y ligeros y se usaban solo en breves periodos: fue en el siglo XIX, la era de la burguesía y el puritanismo victoriano.

Lo usaron en esos años algunas mujeres en Inglaterra y Francia (los países más avanzados y, de hecho, los menos cristianos de la época). Podían emplearse en un viaje si se temía un riesgo de violación, o como romántica garantía de fidelidad. También podía recomendarse a adolescentes para combatir el autoerotismo que, según muchos médicos de entonces, podía comportar enfermedades. Así, algunos burgueses románticos y modernos recurrieron a algo que ni el más celoso o posesivo medieval concibió.